
Centrándonos en la cinta de Laurence Dunmore, hay muchos elementos a destacar. En primer lugar, llama la atención el papel de Johnny Depp, el Conde de Rochester, un personaje "libertino" y que nos describe cómo es desde el principio: un hombre que "está dispuesto en todo momento" y que "la mete por doquier", que "todas suspiraran por ella", etc. Como se puede apreciar, no hay tapujo alguno a la hora de dejar claramente a qué se dedica. No obstante, su actuación es un poco exagerada (llegando a límites rídiculos semejantes a los vistos en Piratas del Caribe). John Malkovich también aparece, con una prótesis en la nariz que ya podrían haber perfeccionado un poco más, interpretando a Carlos II de Inglaterra. Samantha Morton encarna a una joven actriz que establece una extraña relación con el Conde de Rochester.
La película queda dividida en dos grandes partes. Al principio, parece una historia "optimista" en la que el espectador desea saber qué pasará entre la actriz y el conde, pero a medida que va avanzando, el argumento cae en una decadencia soporífera y poco convincente, aunque sólo es mi humilde opinión.
De los aspectos técnicos no hay nada que decir: tanto fotografía, como música, vestuario, ambientación, etc. son perfectos. Especial atención a la escena en que se representa la obra de teatro del conde: divertidísima y "paranoica" con decenas de objetos "curiosos", aquí queda. En conclusión, una película discreta a la que se le podría haber extraído más jugo a la historia. (¿Por qué será que muchas películas pecan en el guión?).
"No es mi intención disgustar a las personas, pero debo decir lo que pienso; porque lo que tengo dentro de mi mente siempre es más interesante que lo que ocurre fuera de ella."
No hay comentarios:
Publicar un comentario