domingo, 3 de diciembre de 2006

Es importante comer de todo…

En el 2001 llegó a la gran pantalla la continuación de El silencio de los corderos, Hannibal, dirigida por Ridley Scott (Alien, el octavo pasajero; Gladiator; 1492: la conquista del paraíso). En esta ocasión, la cinta huye del esquema de las otras dos entregas de la saga: no hay ningún asesino en serie a quien hallar con la ayuda de Lecter sino todo lo contrario: hay que atrapar al propio Lecter. Sin duda alguna, ésta es la entrega menos valorada por la crítica, pero no por eso la peor. Repite Anthony Hopkins en el papel del psiquiatra caníbal y Julianne Moore coge el relieve a Jodie Foster como Clarice Starling. La ambientación, sobretodo en las escenas que transcurren en Florencia, es sublime y le da un toque refinado. Las tres historias que se narran se mezclan a la perfección manteniendo el equilibrio. No obstante, la película empieza a flaquear a partir de la mitad. No creo que sea problema de la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Thomas Harris, sino que el problema se halla ya en la propia novela. Por tanto, considero que es un gran error tachar la película de mediocre: el propio libro ya lo es. En esta ocasión, al escritor se le va un poco la mano y hay algunos momentos "surrealistas", y si no os lo creéis, mirad los últimos diez minutos de la cinta. (Mmm... cerebro...).

Esta película va principalmente dirigida a todos aquellos que admiraron la oscarizada El silencio de los corderos y quieren seguir las andaduras del caníbal más famoso del cine. Aunque tengo que advertir, que en algunos momentos llega a ser desagradable y puede herir la sensibilidad de algún espectador de delicado estómago.

"Estoy pensando seriamente en comerme a su esposa."

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